viernes, 20 de septiembre de 2013

Esta era una casa llena de poetas, cada uno a su aire, recitando en la escalera, en la cocina, en el balcón, en el sótano. Uno a uno se fueron muriendo y al final quedó el más débil, cuyo escondite se desconocía. La casa se derrumbó por completo y aún se le escuchaba cantar debajo de las piedras, como un grillo en verano, a pesar de la nieve y del olvido.


Sólo son tuyas -de verdad- la memoria y la muerte...

Sólo son tuyas -de verdad- la memoria y la muerte,
la memoria que borra y desfigura
y la sombra de la muerte que aguarda.
Sólo fantasmales recuerdos y la nada
se reparten tu herencia sin destino.
Después de sucios tratos y mentiras,
de gestos a destiempo y de palabras
-irreales palabras ilusorias-,
sólo un testamento de ceniza
que el viento mueve, esparce y desordena.


Juan Luis Panero