miércoles, 27 de abril de 2016

POESÍA DEL DEBER



He leído esta semana Historia de una anatomía, de Francisca Aguirre.
Me gustan las cosas bien dichas. Pensaba: evitar el romanticismo es una buena señal. Las golondrinas deben ser vistas como lo que son. Este libro parecía un buen acompañamiento para una idea como esa.
Ahora sé que es más. No evita nada, no se esconde, no se burla de las palabras comunes. Al contrario, las borda en realce.
Permite comprender la esencia de la dignidad.

LA LLAMADA DE UN RASTRO
No sucede a menudo
a veces pasa mucho tiempo
hasta que de pronto un día cualquiera
volvemos a sentirlo.

Es tan insólito tan sorprendente
que resulta difícil explicarlo.
El caso es que no es más que un rastro:
huele a cosa vivida a cosa irrepetible
huele como si estuviese amaneciendo
emana un perfume distinto
un raro aroma milagrosamente natural.
Huele a rocío y a tierra llovida.

Pero el olfato sigue ese rastro
como si caminara por una senda
que conduce a un milagro:
ese rastro termina siempre en un encuentro
un pequeño aleteo fugitivo
que nos devuelve a un tiempo de esplendor.

Llueve sobre la hierba y todo huele
a la alegre canción que entonces entonamos.
Algo que fue una vez
                              nos llama desde el tiempo.
Pero no hay forma de seguir su rastro.
La memoria se pierde en un bosque
                                  que huele a susurro y consuelo
a jazmines que alfombran el pasado
           y que nos cantan que ya todos los ríos
                                 han dado por fin con el mar.


Francisca Aguirre


2 comentarios:

s7 dijo...

Magnífico, sencillamente.

luz dijo...

M a r a v i l l o s a